sábado, 28 de noviembre de 2009

Amelia y Petra

Muchas veces me he preguntado donde está la parte positiva de padecer/sufrir/luchar/tener cáncer.

Le he dado muchas vueltas a esto y he llegado a la conclusión que si esto tan duro ha llegado a mi vida, tiene que ser porque algo diametralmente opuesto, o sea /maravilloso/bueno/genial/etc. llegará en breve.

Y lentamente, creo que estoy aprendiendo a reconocer esas buenas cosas que van apareciendo en mi vida. Y tengo varios ejemplos.

Ahora, las cosas negativas, las relativizo. El martes me robaron el bolso en un restaurante. Cuando me di cuenta, mi primera reacción fue pensar en correr o hacer algo para recuperarlo porque creí haber visto al hombre que se lo llevó.

Pero me pregunté...que necesidad tengo yo de correr, de agobiarme, de preocuparme más allá de lo lógico?. Me contesté: NINGUNA.

Y no hice nada, y la preocupación por mis teléfonos, mis llaves, mi documentación, dinero, etc. me duró 1 hora.

Tuve suerte, unos amigos me cambiaron la cerradura de casa, otra amiga me dio un teléfono para que esté comunicada, y todo lentamente se fue colocando en el sitio correcto.

Me habían robado el bolso, nada más...y me preocupa mucho más curarme el cáncer que un bolso ridículo.

Lo que más me duele de esa pérdida MATERIAL es, una carta que me había escrito mi hermana cuando comenzó todo este proceso. Era una carta preciosa, en la que me decía que "no me soltaría de la mano" y nunca lo ha hecho, aún a la distancia...siento su mano sujetándome.

Además de aprender a intentar darle a las cosas el valor que tienen, estoy aprendiendo a valorar los momentos como lo que son...momentos y nada más. Y me gusta disfrutar de momentos con la gente que quiero, aunque no haya un objetivo a largo plazo. Hoy disfruto de momentos.

Pero el gran descubrimiento es la solidaridad de las mujeres que tienen cáncer...con las otras, que también están en la misma situación.

Actualmente estoy recibiendo radioterapia. La llevo 16 sesiones y me quedan 18 digamos que estoy, a la mitad del tratamiento.

El primer día que llegué al hospital estaba muy asustada. Todo el mundo me decía que si había pasado 6 meses de quimio...la radio se pasaría estupendamente. Pero yo tenía un poco de miedo.

En la pequeña salita con 10 sillones, estaban sentadas dos mujeres. Amelia y Petra.

Con el tiempo descubrí que Amelia, siempre va con su padre, y Petra, con su marido.

Amelia es más joven que yo, Petra es mayor.

En esa antesala de la radioterapia, casi siempre se repite la misma escena, yo llego sola y el 80% de los días, me encuentro con Petra y/o con Amelia.

Hay veces que yo llego y alguna de ella se va, pero cuando nos toca esperar un rato juntas, nos contamos como van nuestros tratamientos.

De las 3, yo soy la que he empezado más tarde. Y por turnos sabíamos que Amelia terminaría primero, luego Petra y luego yo.

El jueves yo entraba y Amelia salía...y le dije...mañana terminas!. Y me sonrío y me dijo Siiiiii.

Nos abrazamos y le dije...si mañana no te veo, te deseo lo mejor, que tengas mucha salud y que la próxima vez que nos veamos sea...tomando cañas.

Me sonrío y me dio dos besos.

Y el viernes, llegué y Amelia ya se había ido. Pregunté si ya había terminado y me dijeron que si...y yo me alegré muchísimo por ella. Me anima saber que ha terminado. Me tranquiliza ver que alguien termina algo de estos tratamientos que son tan largos y a veces, saben a infinitos.

Estoy contenta por Amelia.

Estoy contenta por todas las mujeres que superan esta enfermedad. Por todas las que, paso a paso van pasando etapas y siguen luchando para que esto no las venza.

Pero lo que más destaco de este montón de sentimientos, es la emoción que me produce saber que siempre, durante este largo proceso, me he encontrado con una mirada de ternura, con una sonrisa tranquilizadora o con una palabra de mujeres desconocidas.

Gracias a todas ellas, porque son solidarias, porque empatizan con todas, y porque pese a que están en su lucha particular siempre tienen una palabra de ánimo para otra.

Hay que seguir buscando cosas positivas. Y que Amelia haya terminado su tratamiento, es algo positivo y yo, me alegro por ella.