viernes, 12 de febrero de 2010

Un pacto

Señoras y señores, el día 10 de febrero ya ha pasado.

He visto a mi querida oncóloga (debo tener algún síndrome raro con ella...pero es un encanto de persona y por supuesto de profesional) y me ha sonreído, felicitado y luego ha dicho...las palabras mágicas.

Cogida de la mano de mi amiga Gema, escuché a la doctora decir: "Kris todo está bien, hasta dentro de un año, no tienes que hacerte más pruebas. Sólo hazte una analítica en julio para ver los marcadores tumorales y ya está".

Me dio dos besos, hablamos de Argentina porque ella está casada con un argentino y me dijo que me deseaba lo mejor.

Desde el principio de esta historia, hemos tenido una conexión especial. Tal vez puede haber sido porque ella está fascinada con mi país o porque hemos tenido química, pero siempre nos hemos sentido muy cómodas la una con la otra.

Nos hemos reído, me ha dicho que soy "muy salá", y a veces...que "estoy como una regadera".

Pero siempre, incluso en las etapas más duras Eva ha tenido una sonrisa, una palabra de cariño, y muchas veces, me ha dado un gran abrazo para tranquilizarme.

Esto en cuanto a lo humano, y en cuanto a lo profesional es excelente. Siempre he tenido de ella una respuesta clara y segura y yo, se lo agradezco.

Esta enfermedad es muy dura y si encima no tienes la gran suerte que he tenido yo de tener una excelente oncóloga, supongo que sería más difícil.

Por eso yo estoy muy feliz estos días.

Antes de despedirme de mi doctora le dije "recuerda que tú y yo tenemos un pacto.".

Ella me miró con una gran sonrisa y puso cara de...no recordar. Y yo agregué "dijimos que el cáncer no volverá verdad?". Y con mucho cariño me dijo "si, hemos hecho un pacto".

Y así nos despedimos. No sé si volveré a verla porque no sé donde viviré este año, pero si vuelvo a verla, sabré que estoy en buenas manos.

Y como los pactos no se rompen, grito a los 4 vientos que ESTOY SANA y voy a disfrutar de la vida.

martes, 2 de febrero de 2010

5 palabras


Este año lo empecé muy feliz.

Brindé el 31 de diciembre junto a mi familia y lo pasé muy bien, alejada de problemas, enfermedades, inviernos, etc.

Allí estaba, en el paraíso.

Pero como tiene un final, tuve que volver. Pensaba quedarme 15 días pero me quedé casi un mes, en el fondo no quería volver porque eso significaba, pasar el primer control médico. Y por lo que había escuchado, ese momento...daba mucha angustia.

Regresé el 27 de enero y el 28 ya me hice la granmagrafía ósea y la radiografía de tórax. El viernes 29 los análisis de sangre. Y ayer las mamografías.

En medio de esto tuve cita con la psicóloga y oh sorpresa...en cuanto comencé a hablar...no paré de llorar.

Conté que sólo me sentía bien con mi familia y que no sabía que me deparaba ahora la vida.

Ella me dijo algo muy sencillo "...tienes que VIVIR" pero eso me produjo una gran tristeza.

Porque no es fácil retomar la vida después de un año luchando contra el cáncer.

No es fácil saber que camino tomar, porque el año ha sido muy difícil y mi rutina durante ese período fue del hospital a casa. Y al revés.

En breve tendré que olvidarme de eso para comenzar o retomar lo que dejé el pasado 23 de febrero de 2009, día que me dijeron que tenía cáncer de mama. Pero la vida sigue y ayer mi hice la última prueba médica de mi primer control.

Me fui sola al hospital a hacerme la mamografía. Estaba tan nerviosa que tenía cita a las 18.20 pero desde las 16.00, estaba sentada en el sofá de mi casa, con el abrigo puesto y el bolso colgado del hombro viendo la tele y la hora no se me pasaba más. Entonces decidí ir antes.

La ansiedad me estaba matando y llegué al hospital con una hora de antelación.

Allí me hicieron la mamografía y con miedo le pregunté a la enfermera, una vez finalizado el estudio...como habían salido.

Me contestó que bien pero que esperara porque me vería una doctora.

En ese momento, me quedé sin aliento durante unos segundos y no sabía si eso era bueno o malo.

Se supone que el 10 de febrero mi oncóloga me daría todos los resultados del primer control y esto de que me viera una doctora ayer no estaba previsto y me preocupó.

Me pasaron a una consulta pequeña, me dijeron que me sentara en la camilla y que esperara.

No sé si esperé 5 segundos, minutos o 5 horas, el tiempo no existía, sólo escuchaba como mi corazón latía de prisa y marcaba el tiempo entre mi angustia y la respuesta médica.

Y me puse a llorar pero no quería que me viera así la doctora. Así que sentada en la camilla, con los pies colgando porque no me llegaban al suelo, empecé a hacer respiraciones profundas para tranquilizarme.

Sólo lo conseguí cuando recordé algo que le dije a mi sobrina querida al despedirme en Buenos Aires.

Paula mi sobrina lloró mucho cuando nos despedimos y me dijo "tía no quiero que te vayas". Y yo le dije "tu tía volverá pronto y estaremos juntas mucho tiempo, y no tienes que llorar. Cuando te acuerdes de mi, recuerda los momentos en los que nos reíamos tanto porque el cocinero japonés le ponía azúcar a los fideos".

Y se rió mucho, porque ese momento fue muy divertido. Veíamos juntas un programa de cocina moderna y cuando el chef oriental, con acento argentino le ponía azúcar a los fideos yo empecé a decir muchas tonterías y mi sobrina reía a carcajadas. Siempre nos reímos a carcajadas, nos gusta reírnos, es el sello de mi familia...la risa.

Así que en la camilla, recordé yo ese momento y sonreí.

En ese instante entró a la consulta una doctora muy joven y muy rubia.

Me miró y creo que vio el pánico en mis ojos porque lo primero que me dijo fue "las mamografías están bien, hay cambios post quirúrgicos pero es normal".

Yo, imagino que con cara de pena le dije "Gracias, es una buena noticia". Y ella agregó "sí lo es, y mucho más despúes del año tan malo que has pasado. Así que ahora ala...hasta el año que viene". HASTA EL AÑO QUE VIENE.

Cinco palabras que me provocaron demasiadas emociones. Hasta el año que viene significa que durante un tiempo no tendré que preocuparme por el cáncer aunque en el fondo tengo que aprender a vivir sabiendo que esta enfermedad es muy puñetera pero no a obsesionarme con ella ni con los controles que tendré que hacerme.

HASTA EL AÑO QUE VIENE. Significa que tendré que aprender a vivir por períodos cortos o como se dice siempre, el futuro no existe y lo que importa es el presente.

Y con esa frase retumbando en mis oídos, me vestí rápidamente, salí casi corriendo del hospital y fue pisar la calle y largarme a llorar.

Lloré durante una hora, en el metro, en la calle, en todos los rincones por los que pasé, lloré.

El 10 de febrero tengo cita con mi oncóloga y será ella la que me dirá el resultado final de mi primer control. Pero por lo que me han dicho ayer: "HASTA EL AÑO QUE VIENE" parece que todo va a estar bien.

Hoy fui a mi médico de cabecera, una mujer estupenda y muy cariñosa y me dijo que en breve me dará el alta médica.

Y todo esto que es bueno me ha generado una angustia desconocida. Y vuelta a llorar.

Tengo que volver a hacer mi vida normal y ya no recuerdo como era.

Tengo que volver a trabajar pero ya no sé si quiero hacer lo que hacía antes.

No sé que tengo que hacer y no sé que decisiones tengo que tomar.

No sé si quiero vivir en Madrid o en Buenos Aires.

Hay muchas cosas que no sé, pero ojalá pronto se diluyan las lágrimas y me deje ver el hermoso camino que sé que tengo por delante.

Ese camino es la vida y yo, no quiero bajarme de ella. Pero ahora, no sé como hacerlo.

Pero sé que lo descubriré. Sabré elegir el camino que me haga más feliz.

Porque lo único que se, es que estoy viva, he pasado momentos muy duros, pero sigo aquí, soy fuerte, y sólo tengo que darme tiempo y espacio para llorar. Y llegará un instante en el que diga VALE, ya está. Ya has llorado, ahora, a seguir viviendo.

Hay muchas cosas que no sé, pero lo que sí sé es que me han sonado muy bien esas 5 palabras!!!.